TEXTO III
Noticia de otros mundos
Tomás Eloy Martínez
Si algo iguala a los seres humanos es la vastedad de lo que ignoramos. Renové esa certeza a fines de junio, cuando integré en Berlín un jurado de once miembros, todos procedentes de culturas distintas, que se reunió para conceder el premio Ulysses a un libro o colección de artículos que representara el arte del reportaje. Las dieciséis obras seleccionadas que leí en las semanas previas al encuentro me confirmaron que conocemos mejor las soledades rojas de Marte y las lunas de Saturno que las tribulaciones de Liberia, Sierra Leona y la China rural, donde vive la cuarta parte de nuestros semejantes.
(…) Todos los textos presentados al premio Ulysses son libros ya publicados, excepto uno, que apareció entre agosto y noviembre de 2003 en la revista dominical Publica, de Lisboa. El título común de las entregas es O sono leve da morte (“ El ligero sueño de la muerte” ). Y el autor es Paulo Moura, un reportero portugués. Quizá no sea la mejor de las obras, pero ninguna me ha impresionado tanto.
Lo que cuenta Moura es la odisea de las mujeres africanas – en su mayoría fugitivas de Nigeria – que se detienen en el bosque de Missnana, cerca de Tánger, en Marruecos, a pocos kilómetros del estrecho de Gibraltar, a la espera de que las mafias de traficantes las crucen hasta la costa española de Tarifa, puerta de entrada en Europa. Missnana es un agujero donde no hay sino horror. Para compartir un cuarto con otra decena de mujeres, las nigerianas pagan dos euros diarios. Con frecuencia esperan el cruce durante más de un año y no les queda otro recurso que prostituirse. Sólo las que tienen embarazos avanzados son admitidas en las frágiles embarcaciones que surcan el estrecho por las noches. Ser madres en España confiere a los recién nacidos el derecho a un pasaporte español y a las fugitivas la esperanza de que, al cabo de largas peripecias burocráticas, también a ellas se les conceda la residencia. Pero antes tienen que sobrevivir en Missnana: sobrevivir al hambre, a los castigos, a las plagas, a la indefensión, a la muerte en la noche. Moura ha cruzado el estrecho con los fugitivos y ha visto cómo las barcas avanzan apartando los cadáveres de náufragos.
Una voluntaria de la orden de la Madre Teresa resume la tragedia en pocas palabras: “Algunas mujeres, desesperadas, golpean a la puerta del convento, en Tánger, cuando ya no hay nada que hacer. Vienen con síntomas terminales de neumonía, de tuberculosis, de diarreas infecciosas, de hepatitis, de sida. Al principio, las llevábamos al hospital para que les hicieran el test HIV. Todas, sin excepción, daban positivo. Dejamos de hacer el test”.
A fines de agosto, los jurados del Ulysses elegirán siete finalistas y los convocarán en Berlín para el anuncio formal de los premios, el 2 de octubre. Es posible que entonces los seres humanos de buena voluntad hayan aprendido un poco más sobre las desventuras y las dichas de sus semejantes. Si bien la brecha de lo que se ignora será siempre más ancha, inalcanzable, el arte del reportaje permite, al menos a través de sus puentes sutiles, vislumbrar el más allá que hay detrás de las apariencias.
(La Nación, 10 de julio de 2004.)
Justifica el empleo de la palabra “ tragedia” en el cuarto párrafo. (Responda em português)
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