Com base no texto abaixo, responda às questões de números 16 a 19.
EL LENGUAJE Y SUS TRAMPAS
Durante milenios las palabras encerraban los secretos del nacimiento y de la muerte, del éxito y del fracaso, de la vida y de todas sus posibilidades. Los problemas, sin embargo, aparecen cuando comienza a cuestionarse la representación de los hechos desde el universo del lenguaje. Llegamos así a una primera e inquietante conclusión: las palabras nunca son inocentes o cristalinas, constituyen una realidad compleja. Están sumergidas en un conjunto de relaciones que si son guiadas por la mala fe o por una intención torcida desvían su sentido, alteran su contenido y pervierten su significado. Surge así el lenguaje como arma política, que en vez de incluir, excluye; en vez de aglutinar, separa; en vez de sumar, resta; en vez de agrupar, dispersa; en vez de permitir, censura, y en vez de ayudar, traiciona. El poder de las palabras, en su lado oscuro, se desarrolla a través de un entramado expansivo y totalitario que pretende imponer el dominio del significante sobre el significado. De esta manera, el primero, en manos de un poder interesado y corporativo, borra el sentido de lo real, deforma el orden social y político y facilita la manipulación y el engaño. (...) En este mercado lingüístico, las reglas del discurso gobiernan lo que se dice y queda sin decir e identifican a los que pueden hablar con autoridad y a los que sólo deben escuchar y callar. El discurso verbal dominante en la clase política determina lo que cuenta como verdadero y relevante, lo que se debe hablar y lo que debe ser disimulado u ocultado. Así, el poder protege la forma de pensar y actuar de los ciudadanos al informar y modelar nuestra psique. El truco es de sobra conocido: un ejército de lexicógrafos al servicio del poder nos vende, “desplazados” por deportados o expulsados, “daños colaterales” por víctimas civiles, “valla de seguridad” por muro de la vergüenza, “ayuda humanitaria” por ocupación militar en toda regla o “movimiento de liberación nacional” por terrorismo. Y esto ocurre para acomodar armoniosamente la realidad a la visión de cada una de las partes dentro de lo que se entiende como políticamente correcto. Las palabras, así utilizadas, esconden la realidad o en el peor de los casos consuman su muerte, y se convierten en mera incoherencia o sonido que ni siquiera llega a tener una clara articulación de significados. Con toda razón decía Adamov: “Gastadas, raídas, vacías, las palabras se han vuelto fantasmas en las que nadie cree”. (...) Retornar a las palabras esenciales significa decretar una guerra incruenta al lenguaje parasitario, frívolo y truculento, propio de algunos medios de comunicación, repleto de pontificaciones enlatadas y de lugares comunes que mantienen y propagan la bulimia consumista. Frente a éstos, la intransigencia ética debe ser la norma. Frente a un lenguaje prostituido se debe luchar por otro que defienda los valores básicos de la dignidad, la libertad, la tolerancia y la democracia.
BALTASAR GARZÓN
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Observa el fragmento.
(...) “desplazados” por deportados o expulsados, “daños colaterales” por víctimas civiles, “valla de seguridad” por muro de la vergüenza, “ayuda humanitaria” por ocupación militar en toda regla o “movimiento de liberación nacional” por terrorismo. (!. 39 - 44)
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